valderrama 2


... En aquel Imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del Imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos 'mapas desmesurados' no satisficieron y los colegios de cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos adictas al estudio de la Cartografía, las generaciones siguientes entendieron que ese dilatado mapa era inútil y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del sol y de los inviernos. En los desiertos del oeste perduran despedazadas ruinas del Mapa, habitadas por animales y por mendigos; en todo el país no hay otra reliquia de las disciplinas geográficas.
SUÁREZ MIRANDA, Viajes de varones prudentes, libro cuarto, capítulo XIV, (Lérida, 1658)

…»

(The Real Murphy)

La escribidera
LA TRASCENDENCIA DE LOS MAPAS

Alfredo ha llegado a comprender que un mapa potenciado al infinito termina convirtiéndose en un laberinto. Eso, como una cinta de Möbius, es infinita aunque no lo sea. Tiene la impresión de que si despega los mapas y los devuelve al baúl, atrás no aparecerán los muros, sino algo ominoso y violento. Llevaban tanto tiempo protegiendo las paredes de la habitación que si los quitara sería como descubrir que la toda casa fue bombardeada tiempo atrás.

***
Una casa es una hoja en blanco. Si se la amuebla es como si se escribiera una historia definitiva, y una historia definitiva siempre está condenada. Cuando se compran muebles y se cambian de lugar es como hacer una edición, alterar un poco la sintaxis. Una casa vacía es potencialmente capaz de contener todas las historias del mundo.


(Victo Ngai)

Lorena Mancilla


I

Sigo en Los Angeles, mi descanso no ha sido mucho, he andado de arriba para abajo todos los días, pero ya mañana vuelvo a Rosarito. Para lo que me sirvió este viaje fue para estar sola con mi hija, sentirme de nuevo independiente y no pensar en negocios, ni nada de las preocupaciones de siempre, ni siquiera pensar en la escritura, sino más bien, aprender a usar mapas y a ubicarme dentro de ellos: perderme y encontrarme.

He hecho muchas cosas, desde el dirty shopping en los lugares más miserables de Los Angeles, donde se venden pipas de crack y pornografía (que no compro) al lado de las hookas y los papeles de sabores que vendo en la tabaquería, hasta los centros comerciales más trendy de la ciudad. Fui al LACMA, donde mi hija corría asustada por los pasillos donde estaban los Picassos, no sé por que la impresionaron tanto, no los queria ver, al final decidió que la manera de recorrer ese museo era con los ojos cerrados. Otro día la llevé a un parque a que recogiera huevos de pascua. Me pidió el turismo clásico del teatro chino, donde se tomó fotos con las huellas de su actor favorito: Johnny Dep y con las de los niños de Harry Potter. También fuimos a pasar un día entero en la playa, quiso ir al Guitar Center de Sunset, que me queda muy cerca y se midió sus zapatitos emocionadísima con las huellas de Jonhny Cash, que le encanta. También vimos algunos amigos, pero la mayor parte del tiempo hemos estado solas recorriendo, caminando, tranquilas.

Todos los días termino muy cansada, me duelen las piernas de tanto caminar. Me sorprende cómo Los Angeles adapta. A las horas de haber llegado todo deja de ser nuevo. El anonimato y la soledad, perderse. No sé, es placenteramente desolador.


(Victo Ngai)

ortigas
checoslovaquia

¿qué es

checoslovaquia?



en un mapa

físico-político

más viejo

recorro los límites

de los colores.



la nombro

che-cos-lo-va-quia



pregunto

sobre si reyes

princesas o modelos.



hablo checo:

avantgarda artistický



todos llevamos un pequeño país

dentro nuestro.



para mí

checoslovaquia

viene mensualmente

en una revista de actualidad

yo soy niña.



en el correo

hay que pedirla adentro

en mostrador

no entra en la casilla

o se dobla.



sólo veo formas:

letras grande, más chicas

paisajes de montañas

gente abrigada.



¿qué hay este mes

en república checa?

guantes rojos

gorro de lana amarillo

calzas violetas

qué maravilla

en papel satinado.



república checa no se tira

como las otras

se guarda para recortar

situaciones.



para ilustrar

para siempre

los mundos

en lengua, inglés, plástica.



un mundo snob

de cielos azul europa

y vestimenta exigente.



lagos y nieve y abetos

y no

río paraná

siestas en la costa

contando las naranjas

que brillan podridas por el río

con la creciente.



no esos

preciosos camalotitos

de vitamina C.



un mundo

donde nadie usa delantal

un deleite

ni palabras.



mi mundo sordo mudo

mental

edén extraordinario.



mi copia fiel del original

checoslovaquia.


(Richard Zela)

valderrama:
TRÍPTICO DONDE SE DESCRIBE UNA ISLA

a)
Leo un artículo donde aparece el nombre de mi abuelo.
Soñó una ciudad con hospitales iguales a abismos oceánicos y con un mapa que señalara a los niños que roban las piedras azules de sus hermanas.
Lo llaman enfermo.
Recuerdo los días en que persiguieron a mis hermanos, creían que en nuestras venas corrían sus mismos deseos: incendiar los laboratorios y las iglesias, guiar el destino de los gobiernos a través de la observación de las galaxias.
Hace treinta años tuvo más de 50 mil seguidores.
Hoy es una curiosidad de nuestro país, una más de sus excentricidades.

b)
Durante el verano los edificios municipales se llenan de reptiles obscuros.
Los primeros años, mientras ocurría esta invasión, a las mujeres se les permitía faltar a sus labores.
Luego se les conminó a llevar trajes especiales que evitaban un ataque de los reptiles.
Su uso se limitaba a las horas laborales, pero a raíz de que algunas secretarias le agregaron colores y adornos fueron utilizados en la calle.
Se construyeron trajes apócrifos.
Con el paso de las décadas hubo certámenes y ferias donde se presentaban diversas y exhuberantes variaciones del traje.
Hasta que nuestros sacerdotes lo proclamaron el atuendo de nuestras divinidades.
Los reptiles se extinguieron. Ahora sólo están presentes en los museos.

c)
En la zona central de la isla es frecuente encontrar:

Caballos del tamaño de grúas.
Libélulas que al encenderse producen el sonido de miles de imanes.
Jirafas con el cuello torcido, con la forma de un auricular.
Cuervos que sirven de modelo para la construción de nuestros planetarios y de nuestra heráldica.

John Gardner nació en Escocia en 1978. Los textos que presentamos corresponden a su tercer poemario: Haskett, Valderrama, 2009.


(The Real Murphy)

La escribidera


LA SEGUNDA EXPLOSIÓN
El rostro de mi héroe se oculta tras una máscara de gas y un traje de plomo de 35 kilogramos, por lo tanto nunca supe quién fue realmente. Digo uno pero en realidad eran muchos, miles de ellos, mineros, ingenieros, técnicos, empleados y también civiles, transportados en un sinnúmero de camiones para tratar de evitar una segunda explosión que, según sabemos hoy, habría devastado la mitad de Europa, dejando el continente inhabitable. Mi padre era minero, por eso mi madre siempre me inculcó los valores heroicos de esos hombres-gusanos, aunque mi padre no alcanzó a probar su coraje porque había muerto dos años antes del desastre, y de una muerte, valga decirlo, bastante mediocre: arrollado por un coche del ejército.
A veces, sin embargo, me complace más pensar en el páramo radioactivo con flores negras que hubiera sido Europa. Me gustaría ir a tomar fotografías y, quien sabe, incluso morirme bajo el sol venenoso de aquella Nada insoportablemente hermosa.


(Victo Ngai)

Lorena Mancilla

II

Oye Lore: ¿Cuando mueras me puedo quedar con tu cabeza?

(Richard Zela)

valderrama
:

Volver a las noches que son un yunque en el pecho
noches cerradas con ladrillo,
[It’s like in the old days,
the good days,
the all or nothing days]
en que puedes oír la maquinaria del mundo detrás de las paredes
y mirar la angustia atravesar el reloj.

Volver a las noches de recorrer las líneas de los azulejos,
laberintos pintados en el aliento sobre el vidrio,
en las grietas del techo.

Volver a las noches de televisión encendida y alfileres en los párpados
de trazar con el dedo en el polvo de la pantalla,
dibujar de memoria el mapa de la asfixia,
esperar a que amanezca.



(The Real Murphy)

ortigas

espada del augurio

empezamos a subir las escaleras

son tres pisos, y el calor

las bolsas del supermercado y simón

hace un esfuerzo por levantar los pies
a la altura de sus rodillas

los escalones son tan altos y frescos en verano

dan ganas de acostarse

almorzando lo que se traen las bolsas

así dispuestos

trepando transpirados a mediodía

desde planta baja

sube ella también la vecina

nos acerca algo usado

algo querido

un regalo máquina del tiempo

oh niño para ti qué significa

ese liono de los thundercats con guante de garra

mueve brazos y piernas y en una de sus botas

dice telepix 1985.



(Victo Ngai)

VALDERRAMA

-RESEÑA

Decibeles es tres historias que se originan en 1992. Es la relación de varias fuerzas eléctricas (los personajes) y acústicas (la voz del narrador). Es la decisión de cambiar la identidad (nación, lenguaje, empleo) porque durante unos días se encontró el paraíso en el cielo de Barcelona.
La novela está dividida en dos partes. En la primera se narran las actividades de cinco atletas durante la justa olímpica. Un relevista del equipo cubano obsesionado por conseguir asilo político para él y sus hermanas. Un levantador de pesas húngaro que comienza una relación con un gracioso mesero catalán. Y tres hermanas rusas con una truculenta historia de familia.
Carles Pi toma nota, con un estilo certero, de los asuntos mediáticos del deporte: el cuidado de la imagen, la búsqueda desesperada de una firma patrocinadora, las entrevistas con las televisoras. También describe, con una morosidad que lo sitúa al lado de Perec, los desastres y las alegrías cotidianas de personas que dedicaron años de entrenamiento para definir su destino en una curva o en un salto mortal al frente con dos giros.
En la última parte del libro (la más extensa, 234 pag.) Pi nos sorprende a cada paso con las situaciones que viven esos exatletas, veinticinco años después. Este capítulo se convierte a través de escenas cortas pero de una intensidad sólo comparable con ciertos relatos de Rey Rosa, en un retrato no sólo de Barcelona, con sus múltiples y disonantes barrios, sino de los rostros de la inmigración en esa ciudad. El lenguaje que captura el autor es similar a miles de astillas en un piso negro de lujo: hay un aparente caos, un desbordamiento, una disonancia que podría convertirse en un exceso, debido a su multiplicidad, sino fuera porque Pi como telón de fondo conserva el rigor artesanal de ciertos momentos del Ulysses de Joyce.
Pero no se malentienda, Decibeles es una novela rabiosamente divertida y entrañable, es como una de sus últimas líneas: "una bocina en lo más alto de un edificio, reventándole los oídos a los paseantes, a veces con música tecno y otras, con melodías que hasta a nuestras abuelas dejarían casi muertas sobre el césped".

Carles Pi, Decibeles. Valderrama, 2010.


(The Real Murphy)

Lorena Mancilla


III

Cada granizo era del tamaño de una pelota de ping pong, los escuché rebotar en el tragaluz y el techo. La luz de los rayos y los relámpagos se traslucía a traves de los párpados dormidos. El dolor de cabeza, el sueño desmayado, demasiadas almohadas bajo el cuello, un olor a palomitas quemadas flotando dentro de la casa, fueron los elementos que me hicieron despertar la primera vez. El frío de madrugada no me dejó levantarme de la cama y me quedé dormida de nuevo. Más tarde me levanté con el dolor de cabeza fortalecido, el frío aún más pinche, el cuello más torcido y el chingado olor de palomitas quemadas empalagándome la garganta. Rocié de lysol todo el camino al tylenol. No recuerdo mayor cosa, sólo que el olor a palomitas se debilitó y que aventé las almohadas a mis pies.

El aguacero, la granizada y los narcos acabaron con el spring break de Rosarito. Por la tarde estaba sentada en la barandita, el camel acompañado de un capuchino prestado, dos parejas de paisanos de Los Angeles cruzaron la calle frente a mí, iban envueltos en cobijas de sarape, de esas que valen ocho dólares en las curios, seguro olvidaron las chamarras, quién sabe que pasa con los gringos (o los mexicanos que se hacen gringos, o los que viven rodeados de gringos), que andan siempre destapados y luego cuando se encuentran con el frío de verdad se envuelven con el primer trapeador que se les atraviesa. Ya no hubo bikinis, ni chicas XX, un gringo viejo local se sentó en la maceta húmeda a mi lado. Viejo conchudo, con lo que me encabrona que se sienten en las macetas, debo plantarles cactus a ver si se siguen sentando... lo único malo es que me dieron la maldición de que los cactus atraen problemas, y eso es lo último que quiero cerca de mí. El gringo me da las buenas tardes, yo le pregunto el cómo está de rutina, me responde sin pensarlo mucho: viejo, cansado y pobre, así estoy.


(Richard Zela)

VALDERRAMA
:

- Tabla periódica de los elementos
Y está lo que no es monóxido de carbono, lo que no es flúor. Lo que no
brilla en luz negra para que el detective descubra al asesino. Lo que
no es azufre ni permanganato de potasio pero se queda en la piel
después de dormir en una cama extraña. Hay algo que permanece en el
cuerpo y que viene de cuerpos de otros, algo que sustituye el olor
permanente a saliva tibia de la infancia por algo intolerable, que
hace insoportable dormir sin fumar, sin el perfume de alguien más que
nos atrofie el olfato todos los días.

- Ríos y lagos de Asia mayor
Nos separamos después de vivir juntos durante dos años. Me enojé
cuando empezó a llamar sin decir nada, principalmente si estaba
acompañado. No sé cuándo me acostumbré, cuándo empecé a poner atención
a los detalles. Un idioma extraño, una canción, diálogos de una
película. Me hacía sentir como el personaje de una caricatura que vi
cuando era niño. Un chino viejo y ciego que vivía en un bosque y
derrotaba a cualquier invasor gracias al crujir del pasto o el
alboroto de las aves que provocaba a su paso. Cuando no estaba
peleando, se pasaba el día en un risco escuchando el agua correr.

- Metro de la ciudad de México
Un día te empiezas a fijar, te das cuenta de toda la gente que conoces
y sube al tren contigo. Suena estúpido, pero la verdad es que cuando
ves una multitud es como mirar una rama de árbol llena de hojas, que
es una sola forma verde. Lo hace el cerebro, porque si vieras cada
hoja y supieras que es una sola cosa diferente a las otras dos mil
casi idénticas a su alrededor, te volverías loco. Así un día empiezas
a ver a chicos que fueron contigo a la escuela entre el montón de
personas con las que te empujas diario en el metro, alguna exnovia,
jefes de antiguos trabajos, compañeros de equipos de futbol. Es lindo,
aunque sea el último día que viajas en metro.

-Último aterrizaje
(En voz de Penélope Córdova)
Han pasado ya varias semanas. A. vuelve a casa con dos maletas viejas desgastadas en las esquinas. La anciana, que mira siempre al techo porque ya no oye ni huele ni siente con esa piel delgada y marchita, voltea a verlo cuando él se asoma al cuarto. Un hedor golpea el rostro de A. y él contiene la respiración. Ninguno de los dos dice nada, ella es toda ojos, sólo eso tiene, los ojos grandes y luminosos como espejos nuevos, casi sin rostro.
Después de dormir durante un día, A. descuelga los cuadros de la pared, los entierra en el jardín, debajo de las flores grises que crecen a los pies de la reproducción en piedra blanca -no mármol, claro está- del fauno con la vid en la mano, uvas y pies enlodados y dedos quebrados. Lo mismo hace con las carpetas empolvadas, los adornos de porcelana, los espejos, las figuras de barro, las repizas, la colección de máscaras. Los libros -todos- y los discos de acetato, las fotografías las quema ahí mismo, la nube de humo se posa encima de las flores pálidas por un minuto y desaparece; las cenizas las mete en una caja de madera tallada que entierra junto a la figura en plomo de un torero con su toro.
Cuando los muros están completamente despejados, A. saca las maletas del cuarto y las abre lentamente. Uno a uno saca los mapas y los desdobla en el piso para medirlos con la vista -los muebles ya no estorban porque fueron vendidos-. Solamente como rito inaugural, escoge un croquis trazado con pulso infantil, y lo pega en el centro de la pared. El plano es una representación de la calle en donde se encuentra esa casa ahora despojada de toda prenda. Enseguida coloca un mapa al lado del primero, arriba otro, otro debajo y a los lados de éstos, hasta tapizar la pared en toda su extensión, hasta llenar todos los muros y las puertas, hasta colmar cada habitación, hasta tapar los agujeros blancos, hasta que ya no quede nada más.
La casa se convierte en un hueco lleno de lugares, la casa es un viaje, la casa es un observatorio universal. El Danubio pasa por encima de la chimenea, el Sena sobre el recuerdo del abuelo arrollado por un toro, el Moldava corre por donde pendían los girasoles más caros y famosos del mundo, el Dniéper por la colección de máscaras. Los Cárpatos reemplazan los libros de Dostoyevski y Cioran y Celan y Roth y Cervantes. La torre Eiffel se yergue altiva en lugar de un Chagall, el Imperio Otomano en el de un diploma. En la recámara de la vieja, que sigue mirando al techo con respiración invisible, se despliega el Imperio Romano en su máxima extensión, en el muro izquierdo el Imperio Jázaro, el reino de Panonia, el gran ducado de Lituania, el de Varsovia, el principado de Kiev; al derecho el Imperio Austrohúngaro, Prusia, Constantinopla, el Imperio Mongol, Bizancio. A espaldas de la anciana, tras la cabecera de la cama brilla la cimas de Machu Picchu, el Imperio Inca, la Gran Tenochtitlan, el Primer y Segundo Imperio Mexicano, el Imperio Maya. A. toma de los brazos a la anciana y la obliga a levantarse. Ella trastabilla pero al final logra mantenerse en pie y caminar a pasos lentos y breves. Sus encías asoman curiosas y contentas mientras los ojos la encaminan fuera de su habitación hacia la selva del Amazonas, que por una afortunada casualidad es vecina de la ciudad de Tokio, que a su vez lo es de Venecia. Desde aquí se ve la muralla china completita, dice él mientras sumerge los pies en el río Bravo. La cocina da a Tierra del Fuego. A Alaska se llega por este pasillo.

*
Ahora, A. se sienta en el jardín, los pantalones y las uñas de las manos llenos de tierra, y se lleva un puñado de esa misma tierra a la boca. Los dientes blanquísimos y la sonoridad de una carcajada hacen temblar al fauno, que suelta la vid al estrellarse contra el suelo. Cuando se termina el bocado, A. atraviesa la creación humana para salir a la calle y cerrar con llave la puerta, pensando en el gozo que proporcionan los deseos últimos.



(The Real Murphy)

La escribidera

MAPAS

Una mujer en Chicago decide tapizar las paredes de su cuarto con mapas. Antes de irse a dormir pronuncia un conjuro. Al día siguiente sacan su cadáver del Danubio.



(Victo Ngai)

VALDERRAMA


The west side of my heart.
the wild side of my dreams

Oyendo a Cash a las 9:53 am
bebiendo te de naranja con ginebra helada.
mi corazón perdido extraña caballos imaginarios
nubes errantes, el río infinito por donde cabalgamos.

Mi corazón perdido extraña el tiempo contigo.

Soñé otra vez que me estrellaba en un avión
ese mal sueño me persigue.
salí de noche para tratar de conciliar el sueño
millas y millas de obscuridad total
encontré un mapa tirado en la carretera
la rueda de mi bicicleta lo hizo volar frente a mi
es el mapa de alguna mina de oro,
un mapa perdido que algún cowboy dejó olvidado en la noche.
(en voz de Zuzzana Iglesias)


(The Real Murphy)

ortigas

si hasta el viejo habitué del bar se escandaliza
mira el whisky el gancia y la pareja
yo con mi lágrima tan cinco de la tarde
con hermoso dormido en su paraguas
con libro de pensar y todo el ruido
media horita así vale la pena.



(Richard Zela)

valderrama


PINOL

En esos días
en que usaba pantalones azules
y manchaba de
chocolate
mis mejillas,

no me gustaba salir de casa.

El timbre sonaba
ocasionalmente
después de las seis de la tarde,
y yo intentaba desaparecer
devorándome
primero
una
a una
las uñas.

Encerrado,
miraba mapas
en la penumbra.
Desde el plácido olor a
Pinol
vespertino
que desprendía
mi recámara,
vigilaba el curso de los ríos
y mis dedos
recorrían el relieve de desiertos y cordilleras.

Una tarde,
en la televisión,
uno de mis mapas apareció
iluminado de rojo,
el color que me recordaba
los corajes de mi padre.

Dentro de un recuadro
encendido:
luces verdes
resplandecían
sobre un cielo grisáceo.

Salí
impulsivamente
hacia la calle
y el cielo era azul
y estaba despejado.

Levanté los pies y comprobé
que me encontraba
atrapado
en un mapa diferente
al rojo de la tele.

Le dije hola a unos ojos invisibles
y al bajar la mirada,
cuatro niños caminaban a mi casa
con los brazos levantados,
como si fueran
pequeñas
señales
de auxilio.



(Victo Ngai)

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Aparecen en este número:
La Escribidera http://laescribidera.blogspot.com/
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Ortigas: http://ortigas.blogspot.com
The Real Murphy: http://woodenkimonos.com/therealmurphy/
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Suárez Miranda (De una antología demasiado famosa de Borges)

Y, claro, VALDERRAMA.