Valderrama 19




Xu Ying



En el Bosque de Tlalpan
A Gastón

Alguna vez tenía que escribirte
un poema de amor.
Escribir, por ejemplo, que ayer
mientras miraba a los hombres
que corrían por el bosque,
lobos sudados y jadeantes,
pensé en vos como en mi casa.


Soledad Castresana




Alex Roulette



La ducha

La ducha, sin nosotros, no es la misma.
Escucho su tic-tac de reloj de agua,
impaciente como el despertador
que me grita porque he dormido solo,
y las sábanas pesan como un mundo,
y fuera hace un frío de desagüe…

Ya te digo que la ducha no ha vuelto
a ser la misma desde que te fuiste,
que sólo acuden a ella viejos verdes
como musgo sobre tu piel de piedra,
de sirena de cloro y agua de grifo,
vaso para mis labios y su sed.

Y yo tampoco soy el mismo sin ti,
y hasta la factura del agua cambia,
haciéndose más pequeña en tu ausencia,
como todo. No sé si aguantaré
más tiempo sin ducharme, con olor
a esposo abandonado. Vuelve pronto.


De La Vespa amarilla
Francisco Najarro Lanchazo




Mojo Wang - Empty Kingdom - Art Blog
Mojo Wang




A los viajes al inframundo
hay que ir solos
con zapatos cómodos
un calzón extra por aquello de las emergencias
y ninguna maleta.
Asegúrate antes de tener tus papeles en orden
para poder irte de allí cuando quieras
sin que tus demonios te lo impidan.


Regina José Galindo




Sarah Schneider



Today is the greatest day of all my life /AH1N1
(2009)


               
Son días felices
Hemos cargado con la ilegalidad de nuestros uniformes
                              Delante de serenos y carros de policía
          Vamos por las calles desiertas

Afuera las noticias son brutalmente interesantes
                       Abro mi libro  La Peste, CAMUS
                          Y el locutor de radio es súbitamente un heraldo mortal- agita su labio superior muerde- rememora la peste de la gripe española- rememora un poblado de inuits arrasado por un microorganismo- liviano- más liviano- que el aire

Apollinaire murió de Gripe española
         En el libro de colegio su vida resumida en 5 líneas

NACIÓ EN 1880
RECHAZADO POR LOU
RECHAZADO POR MARIE
RECHAZADO POR LA LINDA PELIRROJA
MURIÓ LUEGO DE NO CASARSE

No hacemos otra cosa que reírnos de la desgracia
                                     Nuestros brazos son fuertes y jóvenes
 Avanzamos por las calles cubiertas por el silencio el miedo
 Pequeños y feroces
                                      Huevos de lagarto
                   Cada diez minutos pasa una mujer de largos brazos
 CON UNA MASCARILLA BLANCA
    Una anciana con andador
CON UNA MASCARILLA BLANCA
                                              
                                             
                         Una lástima para las flores
 Lima es tan bella con poca gente
                       Noel Gallagher afirma que Lima huele a pescado
Tú afirmas que Lima sería muy hermosa con quince millones de personas menos
                 Doblamos el jirón de la Unión
             Frescos
Y livianos
                                         Son días felices

Primeros síntomas:
Fiebre prolongada
Náuseas
Diarrea

                                         Los guardias pretorianos del mundo
Van dejando sus panfletos de PREVENCIÓN
Parece que los nervios de las manos asustadas logran llegar aquí
          Hasta la guarida que solo nosotros conocemos
          vasos acercándose al borde de la mesa
          El castañeo de los dientes blancos
             Que muerden un geranio
Que cantan mientras cocinan
                    Que lloran delante de una pantalla LED

    ¿el Papa se pronunciará respecto a la hecatombe?
¿se procederá a degollar cerdos gallinas luego seguramente perros y gatos?
    El presidente lanza su salmo por las televisoras
                 Los jóvenes se levantan rasgan las pantallas


 Pero mejor vamos avanzando
                                en medio de las avenidas sin tráfico
                             Son días felices
                 percibimos la fragilidad de las cosas
Tan livianas
        Que un soplido podría quebrar nuestra fuerza
                    Nuestra risa es el negativo
De una fotografía que podría revelarse en el peor momento
                       La premisa es no caer en el líquido

 Sabemos que son días felices
EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA
Que corre por nuestros dedos
Que caes para siempre
Deberíamos intentar conservarlo
Apagar el reloj
La fuerza de la sensatez
Nos insta a arrancarnos los ojos
Y forzar  la retina
A repetir
Siempre
Esta película


Roberto Valdivia




Yurex Omazkin



I

Hasta el corazón de esta manzana, verde 
Llegan los ruidos terroríficos de los que afuera viven.
Un hombre tira su bolsa al container negro,
Un nenito perdido, cinco gordos y un sereno
Toman birra de latita, un extraviado 106 que frena y avanza
y así amenaza con despertar a la cuadra. Si no se puede recordar
Mejor olvidá. ¿Quién convocó a esos rostros
que empezaron fríamente a juzgar y examinarnos?
De la sombra de las plantas, calurosa,
Se desprende una forma de alegría
En silencio. Habitable. La luna hace su magnético baile
Y se posa ladeada en su sábana negra.
La gente teme y se atrinchera y ahora sí
Es el sonido de las ramas que se hamacan
En el patio escondido de la escuela
El que viaja suelto sobre las olas del viento.
Afuera se ilumina y el tinglado del cuarto se oscurece.
Yace, como una piedra de mil años, inmóvil,
El último preservativo que quedó de una visita.
Y las sombras que ahora este pensamiento fuerza
Llegan hasta los platanales de la placita
Y cubren el peso muerto de un cuerpo ensimismado,
Pero la madrugada impone su ritmo y aunque
Hasta ella llegue el mosquito y en ella se pose,
La mujer no despierta, muestra una costra de indiferencia.
Un pangolín preciso, una amenaza blanca, desear.
Imposible contarlo por escrito. Si no podés recordar…
Lento dulcémele, gavota y arco,
Es verano, Basho y sus amigos salieron a ver la luna
Blanca, temperamental e inmóvil en el cielo.
Una noche que quedará enhebrada por las vías y canales
De un texto infinito, escrito por todos,
Un último beso, una ráfaga de hojas secas,
Un gatito que en su travesura tropieza
Cae de la medianera, mira quieto y avanza,
Rápidas voces de terror que llegan a su propia surgente,
Anochece y no es poco y en todas las direcciones
Se esparce una realidad sublimada, sin registrar.
El murmullo se agiganta, el que antes reposaba
Ahora se queja, el que antes se quejaba
Ahora se exaspera, el que antes estaba exasperado,
Ahora chilla en voz alta su canción interior, y el que chillaba
Pone en un pasacalles una idea putrefacta y muere,
Y no deja huella. Pero quien antes reposaba,
Peso muerto, un hombro buscando al otro dulcemente
Un espacio vacío de semántica tensión, sin duda, de ella sale
un único ronquido que viaja iluminado por las luces de la calle
Que se prenden al unísono, como escoltándolo, hacia todo el barrio
Y llega al balcón interior de las cavilaciones,
Donde amoroso lo espera de brazos abiertos
Ahora un hombre nuevo, una máscara que no duerme.
Basho cambió su nombre, ahora es platanal.


Tomás Fadel




Shin Noguchi




preciso investigar carros sin frenos por la ciudad para accidentarme
busco esos choques violentos y hermosos muertes absurdas llenas de
glam de glitch y de gloss: moriré aplastado por una enorme valla publicitaria
que anuncie cirugías plásticas en medio del desierto o por
una papa frita trabada en mi garganta estoy en el mejor momento de
mi vida pero un gusano peludo se come mi cerebro y el resto de mí
es llevado por un ejército de hormigas rojas y asesinas a la morgue
del destino robamos los cuerpos abandonados somos cleptómanos
robamos el amor robamos tartas de frambuesa raptamos las emociones
de los débiles de corazón
ping pong con mi cerebro veraniego
ping pong con mis testículos de toro
ping pong con mis tetas de vaca que sacan leche negra
ping pong con mi cabeza rapada y decapitada
ping pong con los ojos que me sacaron cuando me torturaron por
ser poeta y dar servicio de publicidad en mis textos: terapias de
lenguaje amarres amorosos venganzas sexuales éxitos en negocios
clandestinos reciclaje de palabras venta de repuestos para corazones
nuevos y usados

de dónde venís muchacho indígena y poeta
me cuestionaban los hombrecitos verdes
hacía dónde vas
qué planeás
qué tramás muchacho glam poetry

pero les mentí a los hombrecitos verdes toda la verdad se la dije a mi
mano derecha ella es la única que sabe los secretos que planeo: voy
a enterrar a la ciudad con una avalancha de FRESAS SALVAJES* con
una montaña de osos panda de peluche ahogaré a la población con
muñecas inflables de grandes tetas y enormes penes TRANSfugarse
a los recuerdos que remontan a la preocupación de un escritor por
las migas de pan regadas en la mesa y el café en que nada una tortuga
ninja un elefante rosa y una hormiga atómica desafiamos el lenguaje
o el lenguaje desafiándonos caímos en desgracia por CULPA TUYA
y de la palabra



Manuel Tzoc




Geir Moseid



Contra

las noches de los jueves
vienen los alumnos de mi padre
con botellas de ron

le piden revise traducciones
o hable de cuando vivió con los indios

se quedan en la sala
hasta llenar los ceniceros de cobre

a las 5 de la mañana
escucho encender
motores en la calle
abrir y cerrar de puertas

un jueves sí y otro no
sueño que mi madre
me promete analgésicos
a cambio de aprender de memoria
las tablas de multiplicar


KFGC






Xu Ying




Todos duermen

El viento y la lluvia han montado por sorpresa una ópera ciega. Bajo la tierra nacen ríos oscuros.
Yo escucho cómo los árboles se arrancan las ramas para seguir de pie y vigilo que no se nos suelten las raíces de la casa. Los demás, todos duermen.


Soledad Castresana




Alex Roulette




El país que dejé no ha perdido su forma,
encuentro manchas que se le parecen
y señalo ciudades.

El país del que soy, por el contrario,
achicó sus fronteras y sus fuerzas,
y canta mucho menos.

El país donde vivo tiembla a veces,
me recuerda al derrame cerebral
que desplomó a mi abuela.

Al país del que soy quiero volver,
peinarle el pelo mientras le murmuro
mamá, es cierto que vine.


Francisco Najarro Lanchazos





Mojo Wang - Empty Kingdom - Art Blog
Mojo Wang



Voy perdiendo mis últimos óvulos
como quien pierde hijos vivos

(¿Qué sabes tú de perder hijos?
-ladina acomodada-
Si nunca te arrebataron uno para reventarlo contra los árboles
si nunca te arrebataron uno para dárselo a los gringos).

Lloro sentada al borde de la cama
y exploro mi vagina sedienta de algún rastro rojo.

Esto que ahora brota de mí 
no huele a hierro
no es sustancia
no es viscoso.

Óxido líquido
de batería vieja
                        antes llena de energía
                        que había cantar
                        que hacía bailar.

Lloro sentada al borde de la silla
y veo asombrada la copa vacía.

¿Con qué la lleno ahora?
¿Con quetzalteca y jamaica para sentirme  joven?
¿Con vino reserva para aceptarme madura?

Lloro sentada al borde de mis años fértiles
y no se con qué llenar ahora el vacío.


Regina José Galindo




Yurex Omazkin



III

Bajar del auto, estirar las piernas, buscar las llaves
y abrir la puerta de la casa cerrada. Una oscuridad
como sorprendida se desprende del brillo de los muebles,
entran y salen las motitas de polvo al y del primer haz de luz.
Las cortinas cerradas, una silla en cada lateral de la mesa principal.
El piano, cerrado. Las puertas, mayormente
cerradas. La mirilla diminuta de la puerta principal
dispuesta ahora contra la habitación forma una imagen completa,
aplastada, deforme, en su esfera, de todo el cuarto,
como en un espejo convexo. Un mantel
finamente planchado por el paso de los días
atrae del afuera todos los colores. Y así empieza la fiesta del estar,
de empezar, de empezar a estar, las entraderas abiertas.
Centenares de adornos, ollas, tablas, cuartos y toallones.
Tensa, la tela de la quietud se rompe y mantiene al universo en orden,
muerto por volver. Como hormigas entran a la casa los visitantes.
Dejan sus bolsos y mochilas, mantas, mates. Acomodan y desacomodan
a su gusto lo que antes conservaba su lugar. Ventanas abiertas, cortinas
desempolvadas y vueltas a fijar. La heladera abierta, entran y salen de ella
fragmentos de comida, bebidas. Y en las galerías, ecos,
corceles, personalidades enhiestas, pequeñas vocecitas
que suenan como gritos que viajan a través del aire
que ahora recorre el interior como si fuera el exterior. Y en los cuartos
una pequeña erección infecta a varios visitantes a la vez,
pero ninguno se lo dice al otro, y cada quien sabe lo de cada quien.
Los cuerpos empiezan a cansarse pero sacan energía de un lugar misterioso
y se disponen ya a preparar comidas, banquetes. El momento esperado
ha llegado y ahora todos saltan y gritan y se contornean
y hacen las cosas sin saber por qué, como prendidos
de una voluntad superior. La fauna se mueve, primero.
La flora se despliega ante los ojos, sin temporalidad. Mucho peor:
pese a todos sus esfuerzos por expresarse, la misma hoja
no llega nunca sino a repetir un millón de veces
la misma expresión. En primavera, sin poder soportarlo más,
dejan escapar un vómito verde y creen entonar un cántico variado,
salir de sí mismas, extenderse a toda la naturaleza, abrazarla,
y no consiguen siquiera, entre millares de ejemplares, más que
la misma nota, la misma palabra, la misma hoja. Y entre ellas
¡un himenóptero de vuelo felino, de apariencia atigrada, vibra!
Parece vivir en un estado de crisis, frenesí o furor, bombea y sube y baja
y avanza a golpes de pelvis entre los hombres y mujeres de la casa,
alineados en su espíritu animal. ¿Pero cómo puede ser que la dueña de casa
se haya abstraído de sus invitados y, relajada, se despeche
mirando curiosa a través de la hendija inversa de la puerta y
contemplando este espectáculo que parece sucederle por única vez
y nunca por igual, pueda deleitarse con la confección de este momento?
¿Es el espíritu de la alegría de vivir el que la habita? Y en sus compañeros,
¿qué pasa? ¿Y qué tiene que ver todo esto? ¿Están ahí? ¿Hubo
alguna vez un logro, o aunque sea una tendencia a eso? ¿Soltaré
finalmente el lugar estanco, putre pero perfumado? ¿Nadaré?
¿Volaré? ¿Correré con movimiento torpe entre las matas
cerradas, espinosas, aún tenues, de la esperanza? Un tren
en una sola dirección. Una caramañola rota. Jueguitos,
manganetas, trucos e ilusiones. Hasta que llega Fernandinho
sorprende a todos e ingresa a la casa
son su voz de tonada brasilera:
“Bem-venidos!”.


Tomás Fadel



Sarah Schneider




Ritchie Valens falleció a los 17 años el día que murió la música

Voy a salir con una sonaja escondida en el brazo
No quiero estar en casa hoy
             Hay que salir esta noche
Habrá un recital en el centro de Lima
          En el micro un vendedor ambulante nos comenta que
Michael Jackson murió en su departamento por una complicación cardiovascular
Hay que salir esta noche
Tengo dos amigos a mi lado izquierdo tres a la derecha
Uno de ellos palpa las paredes de un edificio y describe a la perfección a una chica que se acomoda el sostén en el quinto piso de ese edificio
El resto de nosotros abre una botella de libélulas escondidas en una botella de yogurt
   Estamos en un auto prestado manejando a medianoche
                         Hemos perdido la fe en los semáforos
       Porque la biblia así lo dice
 Mis amigos y yo comemos plátanos que robamos de un supermercado
 Te encontré en la Abancay parada como un obelisco al lado de la biblioteca
Cuando nos saludamos tu mano se evapora como el humo de los autos al entrar en mis pulmones
 Veo diez personas llorando mientras el televisor suena
           No quiero estar en casa esta noche
Porque no tengo a nadie en casa esta noche
                  Buddy Holly está colgado de un crucifijo frente a mi colchón
            Gritándome
    DAMOCLES-DAMOCLES
                       Mis amigos dicen
Los mejores poemas fueron los que recitó un señor de cuarenta años que estaba sentado al lado izquierdo de la primera mesa
Pisaste un charco
   Tus piernas tienen dos vías lácteas por pies
    Tu boca es un cráter donde un río ha nacido y lo ha hecho suave
No he podido hacer más que repetir comentarios sobre una canción antigua de Ritchie Valens
Morir a los diecisiete años debe ser horrible
Te diría que si el auto choca hoy cuando crucemos la avenida Arequipa a toda velocidad
             Me ahogaré en el airbag si te sobrevivo
         Pero no he podido decirte nada estando tan cerca
Tengo el timón en las manos y mi boca deja su volumen en 0 porque no he dicho nada importante
No he podido mover las rocas con telepatía
Apagaré la radio

En el asiento de atrás mis amigos cantan
                                    This will be the day that I ll die
                                    This will be the day that I ll die

Roberto Valdivia




Shin Noguchi





Me nombro Bucup-Wuqub’ Kak’ix****
Me nombro Wuqub’ Kak’ix porque acabo de cumplir 7 años
14 21 28 35...
me nombro W.K. en nombre de las cosas más sagradas
los árboles, el h2o, el maíz, el fuego, el aire, la tierra y el amor
me nombro ficción
memoria olvidada
belleza violentada
me nombro El 7 Guacamayas
me nombro rarite
pansexual poliamoroso y marciano robótico

Me nombré
me nombro
me nombraré computadora albina con información secreta
yo, tú, él, ellos, ellas, nosotros, vosotros
me nombraron el centro del mundo
del universo llegando al sol
me nombraron esculpiendo mi primer apellido Tzoc en piedra
poniéndome un ojo de sol y uno de luna

Cambio de forma, tamaño y color cada 7 días
también cambio de sexo, edad y emociones cada 7 días
soy octapolar
el 1er día soy silencio
el 2do día soy tu sombra
el 3er día soy soy simplemente soy
el 4to día soy un canguro con alas de cóndor y trompa de elefante
el 5to soy una hembra-macho en brama corriendo por el sendero de
[las costas
el 6to soy el niño más débil jugando a El Principito
el 7mo día ya no me verás nunca más en tu vida
pero regresaré pisoteando tus sueños
tus planes de ser el gran Wuqub’ Kak’ix


Manuel Tzoc



Geir Moseid



Tarkovsky dirigió un episodio de Los Años Maravillosos

El travelling de la persecución entre el púber
y la adolescente
mientras el sol se oculta en los suburbios.

Sombras de cuervos en las
tomas del hermano mayor.

Un plano secuencia del protagonista
dentro de una ferretería.

El caballo que aparece en los pasillos de la escuela.

Nadie lo notó en su momento.
Ningún directivo quiso hacer preguntas.
Estuvo nominado al Emmy.

La teoría surgió un año después
de la cancelación de la serie.

El episodio se titula “Esculpir el tiempo”
y es el único sin crédito de director.

Mientras expertos y biógrafos
refutaban la hipótesis
la cadena ocultó sus repeticiones.

Los empleados de videoclubes 
conocían la contraseña para rentarlo.

Existe un forward del fin de Hotmail
que contiene un .avi con el episodio.

A partir de junio, disponible en Netflix.


KFGC



Xu Ying




Las aguas revueltas

A Griselda García

En aquel tiempo, si había una reunión
que imaginaba pesada y no sabía
cómo hacer para no ir, me desafiabas:
decí que tuviste un aborto espontáneo
y no vayas. Nos reíamos las dos
de tu ocurrencia.

Y hoy, que volvíamos a vernos
después de tantos años, tanta agua revuelta,
sí, tenía ganas de charlar, de escuchar
sobre tus viajes, los cursos y los libros.
Tuve un problema médico, te escribí
para excusarme. Quise seguir, hacer el chiste,
y ya no pude.


Soledad Castresana




Alex Roulette



Imagen y semejanza

La cara de mi padre tiene boca
y demás utensilios para el gesto,
pero igual que la mano que acaricia
pasa a ser mano del acariciado,
su rostro frente al mío es también mío.

Y es que tiene razón nuestra vecina
cuando dice que el tiempo venidero
—que como todo tiempo
no viene sino va —
colocará mi ficha en su casilla.

Pero no se refiere al jaque mate,
ella habla del parchís,
de mis pies vendimiando muchos días
hasta alcanzar otro color, su boca,
de mi padre obligado a estar en casa.

No escribo este poema por mi miedo
a tocar las arrugas sin tenerlas,
pienso en la angustia de mi padre al verme,
tan joven, tan idéntico a él, ocupando
la edad que ya tuvo, quizás su cuerpo.


De El extraño que come en tu vajilla
Francisco Najarro Lanchazo



Mojo Wang




¿Me doy golpes contra el tablero del auto
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Aprieto el acelerador
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Me tiro de un tercer piso
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Me corto las venas
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Me tomo 50 pastillas de Dormicum
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Busco una cuerda y algo de qué sostenerla
o escribo un poema?

Escribo un poema.


¿Sigo los pasos de Aníbal
o escribo un poema?

Escribo un poema.
O dos.
O tres.


Regina José Galindo



Yurex Omazkin




IX

De esas cosas vacías, imitativas, replicables, se sacia 
el gusto del planeta por persistir, revivir, nunca
acabar. Desayuno, antidepresivos, cogito: muy fácil
hacerlo. Extraer la ética encriptada, indecorosa,
del gangrenoso puño del desastre. Tierras infértiles,
abandonadas, nadie las atiende. Y esto ya es “el bajón”. Una
nada innavegable. Huevos y terapia casera, pero aún 
pueden contar hasta tres sin llegar, insuperables, a otra cosa.
Hay un brillo quemeitor en eso y en aquello. Sentimiento de
mala praxis, malfattis y neutra esperanza glaciar sin ánimo
a la vista. Ni razón. Oscureció en el templo de la buena fortuna.
Busco sus rodillas heréticas de tensada sutileza, pero lo que hay es
carne, peso, materia organizada. ¡Epa! Un pequeño movimiento,
una mueca, uy, esto no es carne, esto es una esponja, una esponja
verde, fluoroide, astromecánicamente manipulada. Como el mar pesca,
la mente pesca constantemente sus propias aguas. Hubo un momento
entre la noche y la madrugada que fue así. Confuso. Delirante
en el mal sentido de la palabra, pero ahora suena el bling en la oscuridad
del cuarto y emergen las pestañas, ejercicios lumínicos, flores, campos,
tejas, póstigos y techos: Fotos. Monumentos rotos de grandes deseos
aparecen y amenazan con quedarse ahí. Instalarse. Definitiva sensación
de mala onda. Foto. Maderas, vigas, paredes blancas y de color. El calor
descansante al estar echados. Foto. La cabeza colgada
del borde del sillón, se derrite el brazo y el resto del cuerpito
como cayendo y queriéndose retener. Foto. Los marcos de las ventanas, barrotes
que separan del afuera luminoso, los pájaros silban, engarillas, coches, polvo,
ramas… y caballos, y la percepción ahora intoletrable de tener que estar
ahí. Foto. El brillo de la jarra, tazas, ollas, en la cocina sombría, fresca, sin aire
de vida ni mosca que respire. El borde del marco de un espejo, vanidoso,
amenaza con destronar a la pared limpia de su protagonismo. ¡Alas!
(Si se le ponen a un caballo ya no es un caballo). ¿Persistirá
este estado gominola de resacosa y putre epifanía o llegará, más o menos pronto,
el momento esperado, hermoso, floresciente, que no lleva en sí el peso de la vida
de desvivirse por ello, sino que es sólo una calma acumulable, una grata estación
del ahí? ¿No se hartará de volver el momento de que todavía importa? Parece
que se nos han terminado los nabos. Está rota la telaraña del día.
Hay que soltar.
Cortarla.
Terminar.

Tomás Fadel




Shin Noguchi



la guerra de los lápices ha comenzado sobre las naciones violentas los
homocyborgs escriben sobre la memoria de los cuerpos desaparecidos
un cerdo con máscara de poesía vino a asustarme a despertarme
me dijo: ¡¡¡vamos!!! levántate marica que la guerra de los crayones
de cera se nos viene encima

pero sí pero no
pero no pero sí
pero sí sí sí
pero no no no

vamos a suicidarnos surfeando sobre las olas de octubre de una guatemala
inconclusa fracturada de la eterna podridera

vamos a largarnos con una maleta ilegal llena de libros vacíos y artículos
personales: shampoo, jabón de baño, toalla, crema corporal,
gel para el cabello, desodorante, crema de afeitar, rasuradoras faciales,
cepillo y crema dental, enjuague bucal, peines, espejos, papel de
baño y un perfume barato, por aparte unos lentes fotogray, un control
remoto, una laptop marca apple, memorias usb de 36 gb, sodas
en lata pepsi-cola, un stereo último modelo con baterías recargables,
linternas de luces led, un oso de peluche que al oprimirle la barriga
dice “te amo”, tablas de surf, yates de juguetes, flores de plástico,
sillas de plástico, mesas de plástico, todo de plástico, pensamientos

de plástico, trikinis tricolores, binoculares, lupas en los ojos, gafas
de sol por supuesto, una tienda de acampar, pulseras GPS conectadas
al corazón de los otros, qué pasa marica qué más te hace falta...
bloqueador solar contra los rayos UV, un mega celular de modo
touch, con saldo e internet ilimitado y cámara fotográfica de 25,000
megapixeles antenas muchas antenas y un sanitario dorado donde
pueda verme defecar y un poco de viento furioso encerrado en una
botella de licor para celebrar el fracaso de la rebeldía de ser artista
contemporáneo en este territorio arrasado, violentado, sin embargo
seguiremos, claro marica, seguiremos

escribiendo
                   dibujando
                                    filmando

soñando ideas difusas de un país con código postal
-502-

sí marica
vamos a largarnos a donde siempre haya wi-fi

Manuel Tzoc




Geir Moseid





Room Service

la ciudad está inundada
de las cortinas para fuera
y yo quemo

mi corazón es un hotel
justo antes
de hacer check out

tú eres bailar tecno
y sabor a medicina
eres todas las actrices porno
que han cogido en mi pantalla


KFGC



Alex Roulette



El país que dejé no ha perdido su forma,
encuentro manchas que se le parecen
y señalo ciudades.

El país del que soy, por el contrario,
achicó sus fronteras y sus fuerzas,
y canta mucho menos.

El país donde vivo tiembla a veces,
me recuerda al derrame cerebral
que desplomó a mi abuela.

Al país del que soy quiero volver,
peinarle el pelo mientras le murmuro
mamá, es cierto que vine.



Francisco Najarro Lanchazos



Dave Kinsey




Poética


Horizonte: dejar que un sesgo deseante mire hasta leer. pero quien lo crea se pregunta: “¿quién lo crea?, ¿qué frente contiene a qué frente?”; o también si primero fue el pensar o fue primero el signo; sentado sobre la piedra, en el margen sangrado, frente a la torreta eterna, lo contemplan; necesidad también los mueve. Poco a poco va cediendo su vocablo:      línea.







¿Quién calmará su sed si es sed de asiento quien la anima? ¿Por qué no tiende su escaño? ¿Por qué la línea remite a otra línea insiste en ser y remata su allí en un constate ahora? ¿Quién calmará su sed? ¿Por qué no conceder escaño?

Se transforma: primero fue bastón, después leña, después cuchara humilde (en casa de herrero)… todo lo que entregó fue la siguiente clave: palabras.






Las diferentes huellas, manchas; quien las anima a ser contempla sus perfiles. Ve círculos, sus centros, la lluvia de rojo sobre el plata, la ondulación de las estrías sobre el campo negro… Huella a huella el ojo quiere ver, los rasgos se componen, leemos el silencio; una A se advierte en la cabeza de una vaca.






Cuando la vista lo fuerza, ¿qué consigue hacernos ver? A través de ella, ¿qué nos mira?

Horizontes, horizontes ser: conclusa conducta desvanecida a paso de pie más pie; restablecido signo que liga lo andado; mirar que su visión avista.

Y en este recodo; ¿con cuál ojo confluyen estos ojos?, ¿qué palabra ideal es el perpetuo radio que la hiere?

Deseo de ver, necesidad de ver el viaje incansable del centro que aquí se halla.

¿Y las ramas y las aves que te adorna, no se multiplicarán entonces en la identidad de un trazo –lluvia del rojo sobre fondo plata? Y esto, cómo podrá comprenderse: “Imaginar en la vivencia una creación hallada”? y en nosotros, ¿qué significa?

“Imaginar en la vivencia una creación hallada”: ser quien desea nuestro ser, porque, vueltos hacia nuestra posesión, ¿de qué tierra somos tierra?, ¿dónde conformar al inconforme más que en el allí que aquí no existe? Se levanta un dios al construir su templo; la parturienta grita porque se pare; la letra no existió hasta que no fue escrita. ¿Desistir de lo que no existe? Ninguna vértebra para los pusilánimes: de la cabeza a la mano por un tendón de mansos sueños. La lengua cantó lo que, de no ser verdad, merece serlo.



De Merma
Benito del Pliego




Xu Ying



La certeza

No sé si es cierto que fui hasta tu cama y te canté una canción con la voz quebrada, que te tapé dos veces y te toqué la frente con el dorso de la mano para adivinar la fiebre y que hubiera reventado el
termómetro contra el piso. No sé si en algún momento volví a mi cama y alguien me rodeó la cintura con su brazo.
Esta mañana, desperté sola sobre el borde del colchón.


Soledad Castresana



Alex Roulette




Vacaciones 

Tengo la cara blanca
y me preguntas si amo algún lugar.
Te extraña mi pensar en cementerios,
tú hablabas de museos,
del clima y del idioma.
Digo piedra talladamucha lluvia
citas en latín.

Amo la tumba muerta de mi abuela,
las ruinas vegetales de mi infancia,
la vida aburguesada en los difuntos,
como aman los turistas,
en sus fotografías, las ciudades,
con la certeza de que no hay seísmo
capaz contra la calma que no existe.


De El extraño que come en tu vajilla
Francisco Najarro Lanchazo




Mojo Wang - Empty Kingdom - Art Blog
Mojo Wang




Un monstruo me habita

afila sus uñas frente a mi hija
enseña sus dientes
gruñe
grita
babea.

Soy una bestia defendiendo a su cría
soy una leona

el instinto me guía

quiero matar a ese monstruo
pero tengo miedo

temo fallar
que su cabeza
              se confunda con la mía.


Regina José Galindo



Geir Moseid



Estos niños
son los fantasmas de otros
que jugaron en este parque
hace años.
Su risa en los columpios,
su llanto de rodillas raspadas,
son apenas ecos
de otras tardes.
Lo sé porque
bajo las bancas,
entre los árboles,
hay dientes enterrados todavía.

KFGC




Xu Ying



Todos duermen

El viento y la lluvia han montado por sorpresa una ópera ciega. Bajo la tierra nacen ríos oscuros.
Yo escucho cómo los árboles se arrancan las ramas para seguir de pie y vigilo que no se nos suelten las raíces de la casa. Los demás, todos duermen.


Soledad Castresana




Alex Roulette



Mudanza

En la vajilla pone made in China
pero en el tintineo de los platos
yo escucho Barcelona
como se crea el mar
cuando tú lo pronuncias y las olas
bañan al ermitaño de mi oreja.

Pero no arrastras una ciudad, traes
los brindis peligrosos de otros tiempos,
porque no son las copas de cristal
lo más frágil del choque,
sino el cristal de las promesas hechas,
la sangre en las líneas de la mano.

Soy el extraño que come en tu vajilla,
el náufrago que muerde a la ballena
después de ser comido,
al que sirves los huesos de aceituna
descarnados que forman tu memoria.
Te has mudado a mi casa, sé mi casa.


De El extraño que come en tu vajilla
Francisco Najarro Lanchazos




Geir Moseid



La piedad según Lindsay Lohan
Hay cadáveres de insectos
en la alberca,
cientos de pequeños kamikazes de colores
sobre el cristal azul
en el que flotamos. 

Mi hija los toma con delicadeza
entre ambas manos
y los deposita fuera del agua
pero nunca logra terminar 
con ellos. 

Nadie la detiene
ni la ayuda,
su labor es sagrada
en nuestra guerra contra la vida.


KFGC



Alex Roulette



Los monstruos no acudieron a mi infancia,
no noté sus pezuñas en mis hombros
para quitarme el miedo de la noche
que no es oscuro sino solitario.
Un gruñido me habría hecho valiente,
el saber que ojos vivos me miraban.

Era la nada y me obligó a inventarlos,
a introducirlos en mi propia vulva
raquídea y notar su crecimiento.
Y como un bosque aprende de su tierra
aprehendieron ellos mis temores,
se alimentaron sin quedar saciados.

Así, los de debajo de la cama
subieron a dormir en mi almohada
quitándome los sueños con su aliento,
y los de los armarios, ni esconderse,
se visten con mi ropa y mis zapatos
para mostrarme en qué me he convertido:

el hombre más cobarde de mi casa,
cazador que se pone trampas a sí mismo.



Francisco Najarro Lanchazos









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Este número está dedicado a Luis Alberto Arellano (1976- 2016).